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El amor de Luis Mariño trasciende en sus fotografías

Ago 19, 2022 | Comunicados

Amaba tanto a sus hijos, amaba tanto a su familia, amaba tanto a sus perros, a sus amigos; que tanto amor permanecerá intacto, pese a su muerte. 

«Luchito», «el fotógrafo de las causas pérdidas»… así lo llamaban sus seres queridos. Cuando sus amigos o sus familiares piensan en Luis recuerdan un alma feliz, optimista y muy valiente. 

 

Luis Mariño Carrera era un fotógrafo y productor independiente. Pasó por varios medios de comunicación y se convirtió en un narrador de historias a través de esa amiga: la cámara, o ‘Sol’, como él la bautizó. Tenía 42 años cuando un cáncer de estómago agresivo terminó con su vida. Y ahora deja un legado imborrable entre quienes tuvieron la oportunidad de abrazar, reír y cantar junto a Luis. 

El 14 de octubre de 1980 nació el querido Luchito. Nueve años más tarde nació su compañero de vida, su hermano de madre Patricio Rubio Carrera. Y crecieron juntos en lo que luego Patricio denominaría ‘una unión tripartita’ entre su madre, él y Luis. Comenta que siempre tuvieron una relación muy cercana, desde niños. “Casi nunca tuvimos problemas entre hermanos, siempre fuimos muy cercanos, había mucho apoyo. Cuando estaba triste, o preocupado era el primero en conocer del tema, y viceversa”, dice. El padre de Luis siempre amó a Patricio como su propio hijo.

 

Luis, en su camino en el arte de contar historias, a través de momentos fotográficos, conoció a Carlos Arboleda, creador de la banda Los Tigres del Chaulafán. Conoció a Luis hace 10 años, en esos momentos en los que la vida une indistintamente almas. Luis fue el director del videoclip de su nueva canción ‘rosa frenesí’. Entonces, las conversaciones y el estudio de grabación fueron los espectadores de la amistad duradera. 

La misma que se fortaleció con el tiempo…

 

“Yo recuerdo a Luis como una persona apasionada, profesional, muy empática, humana, con mucha convicción. Lo respetaba y admiraba porque veía en él autenticidad. Recordaba siempre su franca sonrisa. Siempre era un poco efusivo y estaba dispuesto al abrazo, te hacía sentir que estaba ahí”, rememora Carlos. 

Él cuenta que el trabajo con Luis era incansable. Califica de ‘sesiones maratónicas’ sus jornadas de trabajo de ocho y 10 horas. No descansaba, pero dejaba que el ambiente y su don de gente dejaran una huella feliz en el que lo conocía. 

 

En 2011, Tomas Ciuffardi tuvo la oportunidad de trabajar en una productora, él dirigiría un programa de la Presidencia que se grabaría en cinco provincias del país. Y aunque nunca salió al aire el proyecto, en el trayecto conoció a Luis. Su acercamiento al principio tuvo una relación profesional, tenía que estar en contacto permanente con el fotógrafo. Se saludaron en sus andanzas por la selva amazónica, y luego se topaban ocasionalmente. 

 

Tomás, en su paso por los medios de comunicación, habló varias veces con Luis. Lo califica como una persona muy humilde en su trabajo, siempre dispuesto a escuchar y a colaborar. “Si es que hay que ayudar, madrugar, si es que hay que pasar momentos difíciles, ahí estaba. Siempre era muy alegre y cuando entraba a la oficina nos terminamos riendo de algo”, comenta. Eso le parecía especial. Sabía que antes de padecer cáncer, había sufrido varios golpes en su vida. Sin embargo, siempre estaba de buen humor. Resalta que cualquiera que conociera a Luis, sabía que era un hombre de familia. Totalmente entregado a sus hijos, y eso en el momento más duro de la enfermedad es lo que más le atormentaba: dejarlos.

 

Patricio, cuando piensa en su hermano, observa a alguien muy apasionado, intenso, muy cálido con la gente y siempre el más amoroso de la familia. Autocrítico y perfeccionista. Era muy entregado a las causas, sus amigos los bautizaron como: “el fotógrafo de las causas perdidas”. 

 

Cuando sueña con su hermano llega un sonido a su cabeza, una canción: ‘Sangre’, de la banda Ataque 77. Recuerda que Patricio estaba en el quirófano porque le iban a operar por segunda vez del corazón, no tenía altas esperanzas de vida. Pero lo que le devolvió el suspiro vital fue su hermano, aquel que se quedó durante toda la operación y después. No se fue nunca. La habitación del hospital se convirtió en la de los hermanos Carrera. Pato bromeaba a Luchito con que se bañara porque olía feo, y él decidió hacerlo en la misma habitación. No se iría, no sin su hermano. Mientras Patricio estaba hospitalizado, Luis aprovechaba para tomarle fotografías a veces desprevenido. Y así editó un video con esa melodía, con la canción ‘Sangre’.

 

Y luego, como una ráfaga, llegó su enfermedad. En 2020 tenía cólicos muy fuertes en su estómago, se trataba de unos pólipos, que luego fueron creciendo. Los exámenes confirmaron lo indeseable: cáncer. 

 

Patricio recuerda que ese momento fue desmoronador. Varios miembros de la familia ya habían fallecido con lo que él denomina: “esta enfermedad maldita”.  Sin embargo, Luis, con carácter, les dijo que iba a pelear y luchar. “Él fue quien nos inyectó el valor y las ganas de batallar hasta el final, y así lo hizo”. 

 

Sin embargo, no fue fácil. Muchas veces el Estado le falló, sus medicamentos no llegaban en el momento en el que necesitaba y, a veces, se tuvieron que aplazar cirugías o procedimientos por la ineficacia del sistema de salud. Las deudas incrementaron. En medio de su trayecto tuvo que vender la única herramienta que tenía para sobrevivir, su cámara. 

 

Lo más sorprendente era la actitud que tenía ante el diagnóstico. En lugar de hundirse en el dolor, asumió un desafío. Contempló la injusticia, la inhumanidad y  la impavidez del Estado. Eso le causaba ira e impotencia. Observó cómo las personas acudían a sus tratamientos con la misma enfermedad y pasaban días, meses y no había atención. Su hermano comenta que eso lo convirtió en la  voz de miles de personas. Para que la sociedad entienda que las personas con cáncer son luchadoras y llevan toda su vida con el peso del dolor del cáncer. La idea del proyecto: Lucho contra el cáncer nació para enmarcar su historia y la de muchos. Quiso visibilizar a las personas con cáncer, no para que haya lástima, sino al contrario, que las vean con admiración. Los retrataba desde la dignidad y la sonrisa. Fotografió a varios pacientes de la enfermedad en el país, la meta es recaudar USD 50.000 en la venta de las fotografías y de las donaciones que cualquiera podía hacerlas en las páginas web. 

 

A pesar de que el autor de esta obra ya no está, el proyecto sigue. Patricio comenta que asumió la batuta. “Dejó una vara muy alta y es nuestro deber moral y mi deber como hermano continuar con esa batalla. Hay muchas luchas en el país, hay personas que han caminado un viacrucis muy doloroso”.

La banda Los Tigres del Chaulafán organizó un concierto en apoyo a Luis Mariño, hace tres meses. Carlos Arboleda narra que ese momento fue conmovedor. “Él siempre apoyó a nuestro trabajo y apoyamos su labor, me gustaba su trabajo como fotógrafo”.  Luis asistió al concierto con su familia, con pocas fuerzas seguía riéndose y dando abrazos cálidos. Carlos comenta: “Uno quisiera que los milagros ocurrieran, pero sabíamos que estaba en una etapa grave de la enfermedad”. En una de sus últimas operaciones envió una foto a la banda, de él con el playlist de Spotify de Los Tigres del Chaulafán. Así era Luis, siempre estaba con sus seres queridos, siempre dio todo hasta el final. 

 

En el Instagram del proyecto ‘Lucho contra el cáncer’ se observa en varias de las descripciones de las fotografías un nombre. Alguien que decía: Micky les escribe. Se trata de  un amigo de hace tiempo. Él admiraba mucho a Luis y le pidió que le enseñara a trabajar en la fotografía y empezaron juntos ese recorrido. Llegaron a formar un vínculo de hermandad enorme y se convirtió en un puntal apoyo en el proceso de la enfermedad. Muchos de los familiares de Luis no viven en Quito. Pero Micky estuvo ahí, le cuidó y se desveló con él. Patricio dice que le deben mucho como familia y ahora es un hermano más.

 

Luis estaba en el hospital Carlos Andrade Marín cuando falleció. Patricio estuvo con él esa noche en terapia intensiva hasta la 1:00 am. En ese transcurso, perdió la consciencia y estuvo con soporte vital hasta las 16:00, cuando se fue. Su madre la acompañó hasta el último momento. 

 

Patricio dice que no se trata de una silla vacía más, sino que su ausencia representa miles ausencias, es una presencia integradora que ya no está. Pero, comenta, que al mismo tiempo ha sido tranquilizador, porque estaba sufriendo demasiado. “Llegó a un punto en el que el dolor era incontrolable. Saber que ya no va a tener que padecer más dolor, y no va a tener que rogar a un Estado por salud, tranquiliza”. 

‘Luchito’, antes de enfrentar algo desafiante decía: “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. Después de esa frase, su hermano le contestaba: vamos carajo. Cero nervios, sin amilanarse.



 

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