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Entrevista a César Ricaurte: El hombre del que hablan Correa y Obama

Jun 25, 2012 | Comunicados

El hombre del que hablan Correa y Obama

25/06/2012 By Adriana Amado (@AdrianaCatedraa)

Desde Ecuador. ¿Quién es el personaje que tanto enoja a Rafael Correa?

En Ecuador la discusión de la semana empieza los sábados en la televisión pública con las enérgicas manifestaciones del presidente en su programa “Enlace ciudadano”. En sus extensas elocuciones deja sentada la agenda que medios oficiales y críticos comentarán al detalle. Como otros líderes carismáticos, sabe manejar la regla del enemigo único hacia el que encamina el ánimo de odiar. Sus dardos recurrentes van para los “poderes fácticos”, dentro de los cuales ubica centralmente al periodismo que designa como “prensa corrupta”.Que vendría a fungir como lo que los “medios hegemónicos” para Cristina Fernández. En ambos países, los mandatarios prefieren, antes que hablar de los males, señalar “los malos”con nombre y apellido. En Argentina, el rol de malvado de la prensa lo ejerce el CEO del multimedios más importante del país y propietario de la mayoría de las acciones de la empresa. En Ecuador, el principal mentado es un tal César Ricaurte. ¿Quién es el personaje que tanto enoja a Rafael Correa?

Por empezar, no se trata de un empresario poderoso sino un periodista de veinte años de ejercicio que en 2007 fundó con otros periodistas el primer grupo de prensa dedicado a la libertad de expresión en Ecuador. Esta organización de la sociedad civil se llama Fundamedios (Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios). La ong que parece abrumar al presidente declara diez colaboradores en su página web y tiene a Ricaurte a cargo de su Dirección Ejecutiva desde 2008.

AA: ¿Cuándo comenzó a aparecer su nombre en el centro de las críticas a los medios?

CR: Fue a partir de la audiencia del 25 de octubre del 2011 ante la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) a la que fuimos a entregar información sobre el deterioro de la libre expresión del pensamiento que se sufre en el Ecuador. Acudimos con una delegación de doce periodistas, defensores de derechos humanos y dirigentes sociales para exponer la gravedad de la situación de estas libertades fundamentales. El gobierno le dio suma importancia y envió una delegación de cuarenta y siete funcionarios, encabezados por el Ministro de Relaciones Exteriores, Ricardo Patiño; otros tres ministros, incluido el Jefe de Propaganda del Gobierno, Fernando Alvarado; el Procurador General de la Nación, asambleístas y muchos otros. En un hecho inédito, movilizaron cónsules e inmigrantes ecuatorianos ante las puertas del edificio y armaron un show. El canciller se dedicó a enumerar las obras de gobierno, lo que provocó que los comisionados les hicieran muchas preguntas. Decidimos pasar un video de dos minutos del presidente hablando por sí mismo. Nos acusaron de todo. Pero lo que más repite es que no tenemos legitimidad democrática. Y ahora ya no es solo contra Fundamedios. Es contra el sistema Interamericano.

En esa oportunidad, la relatora Catalina Botero preguntó de manera muy diplomática por las acusaciones del presidente Correa a los periodistas en las cadenas sabatinas. Este programa se ha convertido en un clásico semanal donde el mandatario y sus ministros hacen un repaso de sus obras de gobierno en una narrativa muy cercana al género que popularizaron los cultos evangélicos. Micrófono en mano, el presidente describe los paraísos de su obra pública, apoyando sus dichos en los sagrados gráficos de Powerpoint y en los testimonios de fe de sus ministros principales. Como en esos programas del Reino Universal, los asistentes aplauden, sonríen, asienten alucinados las revelaciones del elegido por el voto popular. El “Enlace ciudadano” no se pasa por cadena nacional. Pero no es necesario. No solo porque es una cita obligada (y como se repite luego por diversos canales, siempre hay tiempo para presenciarlo) sino porque sus dichos son tan potentes que se convierten ineludiblemente en tema de los medios durante toda la semana. Especialmente a raíz del escarnio que el presidente hace de la prensa “corrupta”“comercial”“conspirativa”“basura”,“sinvergüenza”.

AA: De los dichos del mandatario, Fundamedios parece una organización poderosa, apoyada por los enemigos de la democracia. ¿Qué es Fundamedios?

CR: La organización empieza a operar legalmente en 2007. Antes trabajábamos como grupo de periodistas promoviendo la calidad en el periodismo, en contacto con otras organizaciones del otros países como Ipys (Instituto de Prensa y Sociedad, de Perú), y Fopea (Foro de Periodismo Argentino). Fundamedios es hoy la única organización referente en cuestiones de libertad de expresión en Ecuador. Pero nuestro papel es técnico: hablamos con cifras, con estudios. Por eso es negativo que se nos presente como un grupo radical.

AA: En Argentina vimos estos años consolidarse un sistema de medios y publicidad de gran magnitud financiado por el Estado, ¿Qué pasó en Ecuador?

CR: En 2011 se gastó alrededor de U$S 85 millones de publicidad gubernamental. El anunciante privado más importante gastó U$S 16 millones. Hay que tener en cuenta que los contratos publicitarios fueron excluidos de la Ley de Acceso a la información y de las contrataciones públicas, por tanto no se conocen los criterios de asignación ni los gastos en ese concepto. La gigantesca maquinaria de medios estatales, que son más de veinticinco medios, también recibe publicidad. Además, hasta principios de 2012 se hicieron más de mil cadenas. Solo en 2011, el gobierno convocó a más de trescientas cadenas nacionales, que además se repiten a lo largo de la semana.

A pesar de toda esa dedicación ocurre en Ecuador lo que en Argentina, que la prensa vilipendiada sigue manteniendo la mayoría de la audiencia después de todos estos años. Esos medios allí son las televisoras Teleamazonas y Ecuavisa, y los diarios El comercio, El universo, La hora y Expreso. Recientemente el gobierno incautó GamaTV y TC Televisión con la promesa de volver a asignar sus licencias. A la fecha siguen administradas por el Estado y obtuvieron los derechos de transmisión del fútbol. Ricaurte explica que estos dos canales mantienen altos niveles de audiencia porque siguen dedicados a las novelas, los reality shows y la crónica roja, aunque el periodista señala que con la gestión estatal han cambiado su línea editorial. La lucha contra los medios comerciales llegó a un punto de quiebre el pasado sábado 9 de junio, cuando en el enlace el presidente Correa argumentó enfáticamente en contra de hablar con los periodistas de los medios comerciales, argumentando que los funcionarios estarían “siendo cómplices de la prensa corrupta al concederles entrevistas a esa prensa que llena los bolsillos de unas pocas familias”.

AA: El presidente presenta su lucha contra los medios como una lucha contra poderes más grandes, y pone los financiadores externos, especialmente los norteamericanos, como prueba de infiltración en las Ong’s.

CR: El gobierno dice que es Fundamedios quien persigue al gobierno. Pero el gobierno tiene cuarenta y cinco ministros, y nuestra organización quince colaboradores. Los periodistas y activistas han sufrido seguimiento, espionaje, uso de las misiones diplomáticas ecuatorianas para recolectar documentación que después se usa en las campañas contra mí y Fundamedios, amenazas de cierre de la organización.

Cuando le pregunto qué piensa la sociedad del conflicto, Ricaurte me cita la expresión local “bajar el moco”, que vendría a expresar esa satisfacción que provoca poner en su lugar al arrogante. Quizás en ese hostigamiento a su persona muchos sientan que se cobran no pocos despropósitos de los medios y de los periodistas. No puede negarse que mucha población en Ecuador percibe mejoras consistentes en su vida cotidiana en cosas tan elementales como las carreteras o la salud, por muchos años postergadas. Una frase que escuché bastante a diversas personas es “Mi mami es correísta”, con la que muchos explicaban fanatismos que cruzan las discusiones familiares que se volvieron corrientes.

CR: Cuando impulsan la teoría del enemigo interno están abriendo las puertas a la represión, porque se instala la idea de que el Estado tiene que defenderse. Eso es peligroso. Pero el gobierno ha sido hábil en presentarlo como una pelea contra el “gran poder” o contra los poderes fácticos. Tiene una poderosa maquinaria de comunicación, la economía anda bien, y la mayoría de estos temas que se discuten de la libertad de expresión son esotéricos para la población. El caso de la CIDH no caló mucho, pero este año, cuando nos empezaron a acusar de informantes, sí empieza a impactar porque se apela al sentimiento patriótico y se nos presenta como traidores. Terminan polarizando tanto la sociedad que el enojo del gobierno se transforma en enojo social. Yo conozco familias que no pueden hablar de política porque pueden terminar a los golpes.

La pregunta es la misma que nos planteamos por estas latitudes cada vez que un mandatario esgrime la legitimidad del voto mayoritario como una carta blanca que puede usar contra cualquiera. O como la única legitimidad posible en una democracia. Pregunté a conocidos, colegas, alumnos, por César Ricaurte. Algunos expresaban claramente su solidaridad contra esa injusticia de ser puesto cada semana en la picota. Otros manifestaban ciertas dudas acerca de la gravedad de la cuestión, y creían que uno u otro, o ambos, exageraban la nota. Lo cierto es que todos entendían claramente que era una pelea personal más que fundamental. Y todos, por cierto, sabían perfectamente quién era ese periodista, que de Defensor del televidente en Ecuavisa pasó a dirigir una organización civil como muchas de las que tenemos en Argentina. Estar en el centro del huracán lo ha llevado a ser un personaje tan conocido que Barack Obama lo mencionó expresamente en su comunicado para el último día del periodista. Me cuenta que hubiera preferido que no lo hiciera, que si por un lado eso le proporciona cierta protección, por otro el apoyo abona esa idea de que él es “agente del imperio”. Lo peligroso de estas sospechas es que no necesitan concretarse para infectar la vida con un miedo difuso. Como el que lleva a Ricaurte a declinar mi pedido de tomar una foto para ilustrar la entrevista, ahí en el café Juan Valdez de la Avenida Amazonas. Me dice que mejor me envía una. Se excusa en que es mejor no llamar demasiado la atención.

 

AA: ¿Cómo cambió la vida de Ricaurte desde que se presenta nombre como enemigo de la“Revolución ciudadana”?

CR: Mi vida cambió muchísimo después de que mi rostro fue más exhibido en los medios que el del criminal más buscado de Ecuador. Empecé a recibir amenazas de todo tipo, agresiones en la calle, gente que se me queda mirando. Me cuesta mucho salir, por eso ya no voy con mis niños al parque, ni al supermercado, cosa que extraño mucho porque me gusta cocinar. También mucha gente evita el contacto conmigo.

AA: ¿Volvería a elegir este camino?

CR: Por supuesto. Fundamedios ha cumplido su trabajo. No es que hemos buscado la confrontación con el gobierno, aunque ellos han desarrollado una estrategia de aislamiento de Fundamedios. No tenemos una fisura y no tienen por donde entrar. Entonces molestan a las organizaciones con las que tenemos contacto. Hay universidades que antes nos cedían espacios y ahora nos dan excusas. Lo perverso de estos gobiernos democráticos que se vuelven autoritarios es que operan de manera indirecta.

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