¿Cómo se filtran las noticias que recibimos? Una aplicación de las ideas de Noam Chomsky para entender el cerco informativo de la Revolución Ciudadana. Parte III
Introducción:
• Este reporte es el último ejercicio de análisis crítico presentado sobre el tema de la construcción del consenso de un poder hegemónico, develado mediante la teoría del profesor y lingüista estadounidense Noam Chomsky. El tema ha permitido revelar mecanismos que utiliza este Gobierno para perpetuarse. Los filtros que Chomsky promulga en su investigación son asociados con estrategias de gobiernos neoliberales; sin embargo, paradójicamente, calzan íntegramente entre las tácticas que utiliza la “revolución ciudadana” para condicionar a la prensa; manipular a los medios mediante su imperio propagandístico y económico; restringir la investigación crítica de los medios privados; y crear un mercado donde las ideas del poder son las únicas que deben ser consideradas legítimas.
• Los puntos tratados en los reportes anteriores fueron: Filtro 1, la concentración de la propiedad de los medios en pocos individuos o corporaciones (en el caso ecuatoriano el propio Estado); el Filtro 2, la dependencia de los medios en la publicidad como su principal fuente de financiamiento; Filtro 3, la dependencia de los medios en fuentes oficiales como emisores de información; y el Filtro 5, la construcción de lo que hemos denominado, basados en la teoría de Chomsky, un “mercado revolucionario de las ideas”.
• Este trabajo versará sobre el Filtro 4, la retroalimentación negativa del oficialismo cuando las noticias lo contradicen, basados en cifras sobre agresiones de distinto tipo a periodistas y medios, en declaraciones del Presidente de la República y miradas de analistas internacionales. Este último reporte cierra el círculo sobre la creación del consenso, para otorgarnos un panorama claro del enorme entramado que utiliza este Gobierno para consolidarse y desautorizar las voces que opinan diferente a lo que está regulado.
Filtro 4: La retroalimentación negativa del oficialismo cuando las noticias lo contradicen
El Presidente Rafael Correa, a lo largo de su mandato, se ha caracterizado por mostrar reacciones virulentas contra los medios de comunicación. Dentro de su vocabulario amenazante, la frase “prensa corrupta” es una de las más empleadas; pero los términos que ha empleado para caracterizarla no se han detenido ahí: “hipócrita”, “vendepatrias”, “grosera”, “cavernaria”, “cobarde”, “pasquín”, “conspirativa”, “mentirosa”, “perversa”1, son algunos recurrentes.
Los periodistas críticos no se libran del vituperio presidencial, han sido denominados como: “buitres”, “jauría”, “puercos”, “cínicos”, “perros hambrientos”, “sinvergüenzas”2, entre otros. Pero ¿qué finalidad tiene esta constante confrontación con los medios e insulto permanente? La desaprobación de la audiencia, el descrédito público hacia los medios que ataca, el condicionamiento de los mass media a eliminar cualquier opinión crítica.
Chomsky lo contextualiza de esta forma:
“La alusión a <<con el mazo dando>> alude a las respuestas negativas, al intento de <<dar caña>> a declaraciones o programas de los medios de comunicación. Éstas pueden adoptar la forma de cartas, telegramas, llamadas telefónicas, instancias, pleitos, discursos, e interpelaciones al Congreso y otros mecanismos de queja, amenaza y acción punitiva. Se puede organizar de manera centralizada o local o puede consistir en acciones individuales totalmente independientes”3.
Todos los mecanismos nombrados por Chomsky han sido, espantosamente, ya utilizados por el gobierno de Rafael Correa. Desde la acción sutil, el discurso intimidatorio (las Sabatinas se han convertido en el escenario ideal para la guerra verbal); la amenaza (casos representativos son el de Gonzalo Rosero, Miguel Molina y el de la periodista Jeanette Hinostroza, que ha sido blanco de insultos, burlas, cadenas nacionales, agresiones sistemáticas, como política de intimidación de este Gobierno).
La condena punitiva ha resultado un arma visible del régimen (Caso emblemático el de El Universo, Febrero 2012); la persecución centralizada se ha convertido en un fin (a medios como Teleamazonas o Ecuavisa, de donde han salido periodistas como Jorge Ortiz o Carlos Vera, respectivamente; el primero que al renunciar declaró que su presencia en el canal suponía un“pretexto del Gobierno para que Teleamazonas se extinga y desaparezca”4. Afirmación coherente con la suspensión de 3 días al canal, cuando el 22 de diciembre de 2009 Teleamazonas dejó de emitir su señal. Así consideró, Alexis Mera, secretario jurídico de la Presidencia, que cerrar un medio de comunicación era como clausurar un burdel); y la persecución individual como acción independiente, el último punto de la pirámide invertida con que el Estado destroza a sus opositores (caso “El Gran Hermano”, en el que Juan Carlos Calderón y Christian Zurita fueron sentenciados al pago de $2 millones de dólares por daño moral al Presidente).
Es esclarecedora la teoría de Chomsky con citas que parecen creadas para el caso ecuatoriano. La situación de interés mundial que concitó El Universo, que en su postura más crítica ante el régimen fue condenado por un editorial del periodista Emilio Palacio al pago de $40 millones de dólares por injuria al Presidente, y cárcel para el responsable del texto y funcionarios del medio; se revela como un espejo en las palabras de Chomsky:
“Si las contestaciones críticas se producen a gran escala, o por individuos o grupos que disponen de importantes recursos, pueden resultar incómodas y costosas para los medios de comunicación que deben defender su posición dentro y fuera de la organización, y en ocasiones ante asambleas legislativas o incluso ante los tribunales”5.
La información sobre las prácticas represivas de este Gobierno contra los periodistas y medios de comunicación son repetidas y sistemáticas. Desde el 2008, Fundamedios ha registrado un total de 737 agresiones de distinto tipo a periodistas y medios, entre las más alarmantes están: 12 cierres de medios o programas (cuando hay suficiente evidencia de que los motivos de la decisión no son comerciales); 16 detenciones ilegales; 23 medidas de censura previa; 59 amenazas; 62 casos ya sea de intimidación, acoso, persecución, interceptación telefónica, o robo de información; 71 cadenas y otras herramientas de comunicación del Estado (fuera de la normativa vigente o para impedir difusión del interés público); 92 agresiones verbales hechas por autoridades y figuras públicas, lo que representa el 12,48% del total de agresiones registradas; e incluso 7 casos de asesinato o desaparición forzada6.
Las cifras son, a todas luces, nada menos que perturbadoras, y nos cuestionan sobre en qué tipo de Estado de derecho vivimos, ya que la seguridad individual y el criterio disidente son permanentemente monitoreados y violentados.
El discurso y actos de Rafael Correa se jerarquizan como protagónicos en una tarima pública en la que se han convertido “Las sabatinas”, donde la sociedad del espectáculo tiene un representante soberano en la figura presidencial, y la audiencia su alimento en el vituperio sistemático que arroja el Presidente a los medios desde lo alto. Durante el enlace N 340, del 21 de septiembre de 2013 Rafael Correa rompió los ejemplares de los diarios El Comercio, Hoy y La Hora, a la vez que advirtió a los periódicos que deben “publicar las notas de interés público» 7.
El primer ejemplar, el soberano decidió romperlo porque consideró que El Comercio no le dio la suficiente cobertura a su campaña “Las manos sucias de Chevron”, mientras señalaba que “la prensa corrupta” “no sirve, ¡ni para madurar aguacates!” 8.
Posteriormente, ante la nota del diario Hoy titulada: “AP armó tarima para festejar la explotación”, Correa rompió el segundo periódico de la jornada y exaltó los ánimos al afirmar sobre el medio: “esta gente no informa, hace política, por eso la prensa corrupta ni para cangrejada, cuidado y se intoxican con los cangrejos” 9.
El clímax lúdico con que el Jefe de Estado denostaba a los medios y los caracterizaba como inútiles hasta para envoltorio de inmundicia, lo halló cuando destrozó el tercer ejemplar de la tarde debido a una nota titulada en La Hora: “Yasuní no a la consulta”. Aquí, señaló al medio como: “el peor de todos”, “un pasquín”, “un insulto”; para luego defender sus acciones como muestra de independencia, sin olvidar la ironía agraviante ante los organismos críticos:
“Libertad de expresión también es romper diarios, así como dice que hacer un yucazo es libertad de expresión. Yo rompo los diarios en rechazo a esa manipulación de la prensa corrupta. Ahora sí el llanto de la CIDH” 10.
Correa ha apuntado contra todo flanco móvil que implique disentimiento, periodistas internacionales, caricaturistas, organismos internacionales. Antes de romper estos tres diarios, el Presidente ya había actuado de la misma forma, la primera vez durante su enlace No 208 del 12 de febrero de 2011 con un ejemplar de diario La Hora; la segunda el 17 de diciembre de ese mismo año, durante su Enlace Ciudadano No 250, cuando rompió un ejemplar de El Universo. Todos estos actos son respuestas violentas del Primer Mandatario a los medios para señalar su poder e instaurar un ambiente amenazante ante quien decida enfrentarlo; pero también son mecanismos enfáticos para recordar a los medios privados que es El Estado quien establece los parámetros de opinión. Chomsky resume esta idea como corolario:
“Los productores de respuestas críticas se refuerzan unos a otros y consolidan el mando de la autoridad política en sus actividades de gestión de noticias. El gobierno es uno de los productores de estas respuestas críticas que ataca, amenaza y <<corrige>> habitualmente a los medios de comunicación e intenta poner freno a cualquier desviación de la línea establecida” 11.
Conclusiones:
La retroalimentación negativa del oficialismo cuando las noticias lo contradicen es apabullante contra cualquier tipo de medio o ciudadano crítico, y presupone la anunciación de un Estado vigilante y punitivo ante cualquier voz que no sea la oficial. Este control totalitario funciona a través de una maquinaria publicitaria cada vez más despiadada en su afán de imponer su opinión, es el Estado quien provee los recursos y la información, quien genera un mercado de las ideas revolucionario porque tiene la capacidad aplastante de condicionar a los medios, de imponer su voz como la única legítima; y la disidencia es acusada, perseguida, vetada.
La construcción del consenso es el fin utilitario del poder. Si desaparecen las voces críticas conseguirá imponer su modelo a tiempo indeterminado. Las políticas que emplea este Gobierno para conseguirlo son visceralmente neoliberales, los mecanismos que utiliza son coercitivos, amenazantes, infames. El rostro impune de esta “revolución” se cae a pedazos cuando acaba con toda la opinión inconveniente para imponer su ideología. Es dignificante y necesario todo tipo de ejercicio crítico que permita a la ciudadanía entender las imbricaciones de un poder totalitario que se construye con nuestro silencio.
Notas:
2 Ídem. Pg. 1.
3 Chomsky Noam, Los guardianes de la Libertad. Pg. 63.
5 Chomsky Noam, Los guardianes de la Libertad. Pg. 63.
6 Información confidencial proporcionada por el personal de Fundamedios.
7 Recopilación de informes sobre reacciones negativas del Presidente, proporcionada por Fundamendios.
8 ídem.
9 ídem.
10 ídem.
11 Chomsky Noam, Los guardianes de la Libertad. Pg. 68.
Bibliografía:
• Informe confidencial proporcionado por el personal de Fundamedios sobre cifras de agresiones a medios y periodistas.