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La COVID 19 reveló que el periodismo es una  profesión de alto riesgo en cuanto a salud mental

Dic 16, 2021 | Comunicados

La Humanidad lleva dos años de una situación bastante atípica cuyos peores momentos estuvieron marcados por la acelerada expansión del virus de la COVID-19 sus diversas mutaciones, prolongados confinamientos y escenas dramáticas de colapsos en los sistemas sanitarios de muchos países.

En América Latina, hemos hemos vivido de forma directa esta situación y el periodismo ha estado en primera línea. Solo en Ecuador, Fundamedios ha contabilizado, por lo menos, 35 periodistas fallecidos como consecuencia de la COVID-19, contagiados en el ejercicio de actividades profesionales.  De hecho, Ecuador se convirtió en el primer país de América Latina en reportar el primer fallecimiento de un periodista: El 25 de marzo, Olmedo Méndez Tacuri, de radio Universal Guayaquil, murió con la COVID-19.

No solo eso, la pandemia ha precarizado aún más el trabajo periodístico. Se han producido innumerables despidos (Fundamedios contabilizó más de 700, pero es un subregistro) y hemos asistido al cierre de ediciones de medios impresos que han pasado a ser únicamente digitales.

Los contagios por la COVID-19 de reporteros, presentadores de televisión y trabajadores de medios también tomaron relevancia. Guayaquil se convirtió en el centro de la pandemia durante marzo y abril de 2020, una situación que impactó directamente en la economía de los medios de comunicación más pequeños que dejaron de recibir publicidad, lo cual se tradujo en serios problemas para sus operaciones.

En esa época, abril de 2020, Fundamedios llevó adelante una campaña de donación de fondos junto con las organizaciones Chicas Poderosas Ecuador, Nos Faltan 3, Periodistas sin Cadenas y SOS Periodistas y se levantó una lista de 113 periodistas en estado de indefensión.

Frente a la situación pandémica, los confinamientos masivos, las muertes y afectaciones de personas cercanas y la pérdida de empleos, la OMS ya alertó sobre las implicaciones que tendría la COVID 19 para la salud mental de millones de personas.

Los periodistas, al ser una profesión de primera línea y alto riesgo no escapa a esta situación y mas bien es un grupo que se muestra altamente vulnerable. De hecho, se puede afirmar que de forma estructural, el periodismo es una profesión en la cual es un riesgo ocupacional experimentar un trauma al igual que problemas de salud mental, ya sea durante las rutinas productivas diarias o como enviados especiales a escenarios críticos.

Un estudio publicado por el International Journal of Environmental Research and Public Health refleja que los periodistas ecuatorianos sufren problemas de salud mental asociados con el agotamiento, la depresión, la baja realización profesional y el trastorno de estrés postraumático. Este estudio, realizado durante el segundo semestre del 2020 por la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y la organización Fundamedios, con el apoyo de las ONGs Chicas Poderosas y Nos Faltan 3, señala también que uno de cada tres periodistas se auto percibe como poco apto para ver un cadáver y realizar coberturas en situaciones de riesgo como desastres naturales, enfrentamientos armados, accidentes o la actual pandemia.

Esta es una muestra de que los periodistas están escasamente capacitados para afrontar los riesgos propios de la profesión, la cual los expone a un cúmulo de emociones que canalizan de manera autónoma y a veces sin una orientación adecuada sobre cómo hacerlo.

A pesar de ello, la investigación sugiere que los periodistas son resilientes, y asumen diversas estrategias de auto de autoprotección para afrontar la cobertura de crisis, como la satisfacción del trabajo bien hecho o la consideración de que su trabajo marca la diferencia en los resultados; sin embargo, si estos factores no son adaptativos tarde o temprano se generarán consecuencias nocivas para su salud mental, especialmente cuando se trata de situaciones relacionadas con la muerte.

La situación es alarmante si se considera que los servicios de salud mental para esta población son limitados. Solo un 42% de los periodistas del país accede a atención especializada en salud mental, y solo en el caso de que sea gratuita o la provea la seguridad social, el resto no la busca, principalmente porque carece de los medios para costearla o desconoce la sintomatología o señales de alerta.

En este contexto, la investigación sugiere mejorar la formación periodística para cubrir situaciones de crisis como medida para reducir futuras afecciones a su salud mental, al tiempo de promover mejores prácticas de salud ocupacional en las empresas mediáticas del país; dado que el desconocimiento por parte de empleadores y compañeros de trabajo constituyen factores de riesgo asociados a problemas de salud mental, que se ven agravados por condiciones laborales precarias, sueldos bajos, horarios extendidos, tiempos ajustados, inestabilidad laboral, incremento de funciones y contextos riesgosos que se han ido normalizando dentro de la profesión.

Las investigaciones sobre los periodistas frente a los factores de riesgo para su salud mental aun son escasas, y no existe una consciencia sobre la vulnerabilidad de esta población que no solo se expone a situaciones estresantes y traumáticas en la cobertura noticiosa, sino que a menudo también se convierten en víctimas de la violencia relacionada con atentados, secuestros y asesinatos que han afectado a más de 1200 periodistas en el mundo, según informó la Unesco durante la conmemoración del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra los periodistas en pasado 2 de noviembre.

Estos datos corresponden a una primera fase de una investigación internacional que busca conocer el estado de la salud mental de los periodistas, especialmente en el contexto de la pandemia de Covid-19. Una segunda etapa está en desarrollo en países como Perú y Venezuela, junto con IPYS-Perú y Medianálisis y cuenta con el financiamiento de la UNESCO, y tiene como objetivo promover el cuidado de la salud mental de los periodistas a través de capacitaciones y jornadas de atención en salud mental.

¿Cómo hacerlo? El programa comprende una ampliación de la investigación académica dirigida por la UTPL, pero también acciones de capacitación y concientización para que medios y periodistas, asuman medidas de autoprotección. De generación de debate público para que las autoridades comprendan la importancia de declarar a periodismo como una profesión altamente vulnerable y en riesgo y adoptar medidas integrales de protección y seguridad, en consonancia con las responsabilidades internacionales de los Estados.

Es la primera vez que se emprende un proyecto de este tipo en América Latina y estamos convencidos que significará que los periodistas estaremos más vigilantes de nuestra propia salud mental, de nuestras familias, de los colegas y estaremos más conscientes de la salud mental para el bienestar de una sociedad.

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