Ecuador, 20 de octubre de 2022. Hay quienes pueden pensar que en la política, al igual que en el fútbol, al final lo que importa es el resultado. Y en ese sentido, más que celebrar, el país debe respirar aliviado de que no se pudo perpetrar un nuevo atentado en contra de las libertades esenciales y las instituciones democráticas, durante el debate sobre el veto presidencial a las reformas a la Ley Orgánica de Comunicación.
Sin embargo, lo sucedido durante la sesión 804 de la Asamblea Nacional, donde el Pleno conoció el veto a las reformas a la Ley Orgánica de Comunicación, deja un mal sabor en la boca, por la pobre calidad de un debate donde, más que argumentos, se lanzaron dardos contra medios de comunicación, contra el periodismo y contra Fundamedios.
En lugar de ser un espacio de intervenciones enriquecedoras, con argumentos de altura, se convirtió en un espacio en el cual legisladores de Pachakutik y de UNES expresaron un odio visceral y se dedicaron a lanzar acusaciones y descalificaciones contra los medios de comunicación, lo cual, no aporta en absoluto a la situación de grave inseguridad y falta de garantías que sufren los periodistas en el día a día.
Nos ratificamos en que, con el veto del ejecutivo, vamos a tener una mejor Ley de la que teníamos, pero también señalar claramente que los enemigos de la libertad de expresión lanzaron discursos agresivos, con más fuerza que nunca.
Desde Pachakutik, los legisladores Ángel Maita y Salvador Quishpe atacaron con vehemencia. Maita aseguró que los medios de comunicación los han acusado de forma infame de tratar de imponer una mordaza “con toda su artillería” y aseguró que los medios privados sostienen al Régimen con un discurso que lincha a los líderes sociales. Un peligroso discurso, pues refleja muy bien lo que piensa gran parte de la dirigencia indígena acerca del periodismo y que sirvió de pretexto para justificar las 164 agresiones contra periodistas en las protestas de junio.
Por su parte, Salvador Quishpe sostuvo que un asambleísta tiene que andar rogando que le den un espacio en un medio de comunicación y se cuestionó: «¿Cuándo Fundamedios ha levantado la voz pidiendo que se respete el derecho a la libertad de expresión del verdadero pueblo ecuatoriano?», desconociendo de esta manera el apoyo que brindaron Fundamedios y la prensa al movimiento indígena cuando eran acosados y perseguidos por el correísmo.
En la misma orilla están las declaraciones de la legisladora de UNES Mónica Palacios, quien cuestionó a los medios de comunicación por no reproducir el documental ‘Se fue a volver’ y aseguró que el Gobierno pretende censurar medios extranjeros. “¿Dónde está Fundamedios? Su silencio ha sido comprado por Carondelet y el presidente, Guillermo Lasso”, con gran dosis de cinismo, pues su discurso se basaba en una denuncia mentirosa, tal como medios y periodistas independientes pudieron verificar.
Para finalizar, aseguró que los medios de comunicación quieren ejercer la política sin responsabilidad y sentenciar opositores políticos desde sus micrófonos: “Quieren juzgar, pero no ser juzgados”, dijo. Un discurso peligroso en un ambiente ya hostil para los medios de comunicación y periodistas.
Con esos discursos de fondo, la moción de la Asambleísta Marjorie Chávez para allanarse al veto presidencial por inconveniencia, apenas alcanzó 41 votos. En tanto, que las dos mociones que pedían insistir en varios artículos de la reforma regresiva aprobada en julio de este año, obtuvieron 89 votos, a solo tres, de que pudieran entrar en vigencia superando el veto presidencial.
Así las cosas, bien podemos decir que la libertad de pensar, opinar, expresarse y hacerlo a través de la prensa se ha salvado, por ahora, en el Ecuador, pero -lamentablemente- sus enemigos se han multiplicado de una forma preocupante.