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Paúl Rivas: El fotógrafo de la luz

Jun 25, 2018 | Sin categoría

La fotografía corría por sus venas. Paúl creció entre cámaras y rollos de fotos, la pasión por captar imágenes la heredó de su padre, Ángel Rivas, también fotógrafo. Era natural que aspirase a convertirse en fotoperiodista, una labor que cumplió desde 1999, en Diario El Comercio. A este medio de comunicación entregó no solo su amor hacia la fotografía, sino múltiples reconocimientos nacionales e internacionales.    

‘Rivitas’ -como le decían sus amigos- estudió en el Colegio San Gabriel, en Quito. En la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) cursó la carrera de Publicidad, pero no la ejerció. Su genio estaba en aquello que llamaba “dibujar con la luz”.

El pasado 25 de abril el fotógrafo hubiera cumplido 46 años. Quienes lo conocieron, lo recuerdan como un tipo sensible, extrovertido, alegre, jovial, solidario, sociable y muy inteligente. Buscaba soluciones, apoyaba a las personas, tranquilizaba a los demás y estaba comprometido con su trabajo. Su sensibilidad con las problemáticas sociales le llevó a desarrollar fotorreportajes: contaba historias a través de imágenes.

Por ejemplo, en 2013 registró la desaparición de personas en Ecuador. ‘Desaparecidos y tatuados en la piel’  se publicó en Diario El Comercio. Son 10 imágenes de los rostros y la corporalidad de los familiares de desaparecidos, que transmiten la impotencia, el dolor y la frustración de quien no tiene datos de un ser querido. Con este trabajo obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Eugenio Espejo, otorgado por la Unión Nacional de Periodistas (UNP). En dos ocasiones ganó la Pluma de Oro, entregada por el premio Jorge Mantilla Ortega.

Con su lente captó la erupción del volcán Tungurahua (Imbabura). La foto fue catalogada como una de las mejores en América Latina. Esta imagen integra el fotorreportaje ‘El Volcán es su hogar y no quieren dejarlo’. Con ‘Los que se van’ se acercó a la migración y visibilizó las condiciones de vida de los ecuatorianos que llegaron a España en busca de trabajo y oportunidades.

Paúl Rivas no era un fotógrafo conformista. Podía tomarse meses de preparación para tener la foto perfecta. Por ejemplo, en abril de 2016 viajó a Manabí y Esmeraldas, a pocas horas de ocurrido el terremoto. Más de un año después, en diciembre de 2017, cuando Esmeraldas fue abatida por las réplicas, fue a Tonsupa para fotografiar el trabajo de los pobladores que intentaban reconstruir su localidad.

La vida de ‘Rivitas’ giraba en torno a su profesión. Y aunque inmortalizaba la vida con su acompañante Canon, su familia ahora atesora su inmensa colección de cámaras fotográficas antiguas.

     

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