Aplaudieron raudos los censores. En el Pleno de la Asamblea Nacional disfrutaron de su triunfo sobre la libertad. Una vez más lograron los votos que necesitaban de la política clientelar y tan venida a menos, para intentar un cerrojo al periodismo que tanto les incomoda. Seguramente están de fiesta.
Recordarán con añoranza los tiempos de la persecución, en que podían asfixiar a los periodistas, sancionar vilmente a los medios, imponer de una forma abusiva sus verdades oficiales y el miedo como política de Estado. Pensarán en las serviles andanzas de ochoas y supercomes, y soñarán con el regreso de la era de la censura.
Seguramente también festejarán aquellos que disfrazaron sus ansias de coartar la libertad de prensa en supuestas defensas de medios comunitarios, cuando quedó realmente claro que lo único que pretenden es imponer su verdad. Piensan ellos que para que un periodista sea bueno debe decir aquello que quieren escuchar.
La nueva mayoría legislativa selló este jueves, 21 de julio, otro intento de imponer la censura previa y coartar el trabajo de la prensa, yéndose en contra de todos los estándares internacionales, la jurisprudencia y el sentido común. Pero aquí estaremos, como antes, los periodistas, decididos a seguir haciendo nuestro trabajo. En la era de la censura nuestra respuesta fue siempre más periodismo. Hoy no tendría por qué ser diferente. Más y mejor periodismo.
Ojalá la posición del Gobierno sea tan clara como se espera y como ha anunciado en pro de la libertad y vete este proyecto de ley hecho a la medida de los peores desvaríos del poder.
Aquí estaremos también, desde Fundamedios, pendientes de que el Estado entregue las verdaderas garantías para el ejercicio de este oficio en el país.